Si 2 comerciales idénticos se van a buscar clientes y ponen precios a los productos jugando con el margen disponible, la diferencia entre los precios, al contrario de lo que pensamos es mucho más grande de lo que sería ideal para la empresa que los contrata. Esa diferencia que podríamos pensar se debe a un sesgo estadístico natural, con una media razonable, se debe a otro concepto llamado ruido que describe Daniel Kahneman -premio Nobel de Economía.
Ese ruido es lo que se denomina “dispersión de decisiones” y que es más aleatorio que deseable. La racionalidad no existe cuando intervienen las personas, porque actúan los sentimientos, y estos afectan a la toma de decisiones. Los factores externos también afectan, porque afectan a nuestros sentidos. Es lo mismo que ocurre al invertir en bolsa, donde el miedo y la avaricia condicionan todas las decisiones y por lo que algunos expertos auguran que la IA ganará al inversor humano en la rentabilidad de inversión.
Muy acorde con el dilema del prisionero, enunciado también por otro premio nobel (J. Nash) y que también asociaba la toma de decisiones a situaciones muy humanas.
Con lo cúal, no somos tan eficientes al decidir lo mejor para nuestra empresa como pensamos, incluso la experiencia, puede ser un problema por la inherente predisposición a pensar que sabemos más y actuamos mejor.